jueves, 4 de septiembre de 2014

INCIDENCIA

El TEP constituye, en frecuencia, la tercera patología cardiovascular después del infarto agudo al miocardio y el accidente cerebrovascular. A pesar de los avances en prevención, técnicas diagnósticas y opciones terapéuticas, el TEP sigue siendo una patología frecuentemente subdiagnosticada y potencialmente letal.

Su incidencia se sitúa en torno a un caso por cada 1.000 personas y año, y aumenta con la edad hasta llegar a un caso por cada 100 personas y año a los 85 años; a los 6 meses recurren aproximadamente el 7% de los casos, más en pacientes con cáncer, y la mortalidad a los 30 días es del 12%, generalmente asociada a cáncer, edad avanzada o comorbilidad cardiovascular.

Así, series de autopsia muestran que el TEP se mantiene cerca del 15% como contribuyente o causa directa de muerte en pacientes hospitalizados en las últimas décadas. En los casos fatales, aproximadamente 2/3 de los pacientes mueren durante la primera hora de presentación, en la mayoría de ellos como consecuencia de una embolia anatómicamente masiva o a émbolos más pequeños, submasivos o recurrentes. A pesar de que tradicionalmente se atribuye la letalidad del TEP al tamaño del émbolo, es fundamental considerar la reserva cardiopulmonar. Al integrar el tamaño del émbolo y la función cardiopulmonar en el pronóstico del enfermo, el término de TEP severo o grave define cualquier combinación de éstos que determine un evento hemodinámicamente significativo.

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